Peregrinar

He visto a varios amigos que han comentado que la visita que tienen los católicos a los santuarios marianos por la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, fue multitudinaria. Solamente en la Quinta Región de Valparaíso, en la Comuna de Casablanca, en una pequeña localidad llamada Lo Vásquez, se reunieron más de un millón de personas. ¿Simple casualidad? Creo que no.
En la vida del cristiano, y en la experiencia de la fe bíblica, hay una constante: peregrinar. Su voz viene del latín, del adverbio peregri o peregre (en el -o al- extranjero), no es simplemente una caminata momentánea o planificada. Claro que tiene una meta, pero no se sabe el momento en que se llegará a ese lugar de destino, simplemente se sigue adelante, sin perder el horizonte del cual está llamado a alcanzar.

¿Cuáles son las motivaciones por las que se peregrina el día de hoy? Son muchas y una sola a la vez. Son muchas, porque están las necesidades de cada uno de nosotros que caminamos hacia el lugar de encuentro con el creador, hay dolencias, deudas, enfermedades, agradecimientos, sacramentos y otras experiencias que, como personas tenemos en nuestra conciencia. Pero también es una sola la motivación: el encuentro y la dependencia; no somos capaces de alcanzar todas las cosas por nuestros propios medios, estamos dependiendo de alguien que es totalmente otro, y que descubrimos que la vida no nos pertenece, y que simplemente la estamos administrando. 

Aquí se muestra una de las dimensiones más profundas de la peregrinación, pues es importante ir y ver más allá de lo que algunos dicen que es una simple superstición, o magia. Nosotros no sabemos lo que pedimos, y Dios no quiere de nuestras riquezas, porque todo le pertenece a él; no podemos ofrecer nada, es un simple acto de gratuidad, y porque es gracia no hay que formarse aquella imagen de un Dios mezquino y que desea ver el sufrimiento. Ya desde mucho tiempo los pastores han pedido que no se hagan actos que vayan en contra del propio cuerpo, ya que eso no es parte de la voluntad de Dios, pero en ellos vemos el deseo de arrepentimiento y de compartir el dolor humano, dolor que es asumido en Cristo.

Pero ¿por qué tantas personas van a los Santuarios Marianos? Es la experiencia de tener una Madre, que nos ha sido dada por Jesucristo "Hijo, ahí tienes a tu Madre", nos recuerda el Evangelio de Juan. Ella, como partícipe de la redención del hombre, siendo la puerta que nos abrió a la salvación por medio de Jesucristo, ella también es la intercesora, nuestra abogada, que peregrina con nosotros, porque sabemos que nada nos pertenece, y que este mundo, y todo lo que hay en ello, es temporal, y que lo definitivo, la presencia santa de Dios uno y trino, en una gran familia, una gran eucaristía.




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