Dios Contrario
Llegan los espacios para descubrir que la teodicea roza
algunos puntos de la fe revelada llegando incluso a hermosas paradojas.
El Dios cristiano es un eterno sí hacia su creación, así
es cómo se ha revelado tanto en Antiguo y Nuevo Testamento, desde una
mentalidad semítica concreta y poética. Este enunciado no había sido problema
hasta el encuentro con la filosofía platónica y aristotélica, que han
desarrollado toda una corriente teológica en que lo que hablamos de Dios es
negación de lo que es la existencia misma de la creación: los prefijos in
(-mutable, -dolente, -menso, -mortal) son esa barrera distante y que distingue
a la criatura de su Creador. Todo ante
Dios es simplemente negación.
Pero se nos olvida, en nuestro limitado raciocinio, que
el sí viene y comienza desde Dios, y que los que hacemos negación somos
nosotros que reflexionamos sobre el sí de Dios.
Claro, esta es la paradoja del lenguaje de Dios versus el
limitado barruntar de los hombres que queremos decir una palabra imprecisa de
aquel que es la Palabra. Nos quedamos pensando en un Dios Contrario, siendo que
nuestro lenguaje y reflexión es el que nos provoca esta escisión en vez de un
encuentro.
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