Visitas...
La Fiesta de Todos los Santos es una de las Solemnidades religiosas que, tanto creyentes como no creyentes, viven en un especial recogimiento visitando a aquellos que ya nos han dejado. Hoy en día el primero de noviembre es uno de los pocos momentos en que guardamos silencio, compramos flores, arreglamos las lápidas limpiándolas e incluso llevando algunos presentes que nos evocan a aquellos que algún día nos dejaron su huella en nuestro caminar.
Me acuerdo de las veces que veía a mi padre que solemnemente preparaba las bolsas con todo aquello que había que llevar para limpiar la cripta de mis abuelos paternos, misma solemnidad que hacía para llevar a cabo su limpieza, de forma pausada y diligente a la vez, todo para que se viera blanqueada después de meses de lluvia, tierra y barro; para culminar con la belleza de las flores que han abierto sus botones para mostrar la belleza de los colores. Es uno de los ritos que más me marcaron de por vida.
Hoy, el testimonio ha cambiado, me ha tocado limpiar, pulir y ornamentar aquella lápida que lleva el nombre de aquel que me enseñó que nunca hay que olvidar de quién te ha dado la vida, pues donde está ahora nos encontraremos nuevamente.
Estas visitas son, en el fondo, un recuerdo anticipado de la esperanza pues aquí no está el fin de la historia. En mi corazón todavía grito que quiero encontrarme con aquel que ha marchado, y que algún día nuevamente estaremos juntos. Estas visitas también remecen mi corazón, porque como ser humano me remece el dolor de la pérdida, el dolor de no estar con aquellos a quienes amo, y el temor de no vivir plenamente mi propia existencia. Estas visitas son un canto de esperanza, porque la muerte no es la última palabra, porque la muerte es el silencio previo a la gran sinfonía del canto de la resurrección.
Todos Los Santos, es un buen momento para poder hacer visitas, especialmente porque aquellos que no hemos podido ver durante mucho tiempo, seguirán ahí, no en la tumba, sino que en nuestro corazón.
Hoy, el testimonio ha cambiado, me ha tocado limpiar, pulir y ornamentar aquella lápida que lleva el nombre de aquel que me enseñó que nunca hay que olvidar de quién te ha dado la vida, pues donde está ahora nos encontraremos nuevamente.
Estas visitas son, en el fondo, un recuerdo anticipado de la esperanza pues aquí no está el fin de la historia. En mi corazón todavía grito que quiero encontrarme con aquel que ha marchado, y que algún día nuevamente estaremos juntos. Estas visitas también remecen mi corazón, porque como ser humano me remece el dolor de la pérdida, el dolor de no estar con aquellos a quienes amo, y el temor de no vivir plenamente mi propia existencia. Estas visitas son un canto de esperanza, porque la muerte no es la última palabra, porque la muerte es el silencio previo a la gran sinfonía del canto de la resurrección.
Todos Los Santos, es un buen momento para poder hacer visitas, especialmente porque aquellos que no hemos podido ver durante mucho tiempo, seguirán ahí, no en la tumba, sino que en nuestro corazón.
Me quedo con lo último que dices, Cristián.. yo opino igual que tú: no hay mejor cielo que el corazón del otro.
ResponderBorrarhttp://ojoshumanos.blogspot.com/2010/02/vida-eterna.html
así es... muchas gracias por este artículo! (y también por los anteriores ;)
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