Carnavales y Cuaresma

No acostumbro hablar de liturgia, aunque es una dimensión de la reflexión de la teología (Lex Orandi, lex credendi). Porque hablar de liturgia es hablar de la intimidad de la Iglesia, una intimidad bella que te invito a descubrir.

Este miércoles comenzamos el tiempo de Cuaresma (cuarenta días de preparación para la celebración de la Pascua, en que por medio del ayuno, de la penitencia y de la limosna, nuestro corazón acoge nuevamente el misterio central de la fe: la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo). Es llamativo que vivamos antes de la Cuaresma una de las más tradicionales fiestas "paganas", el carnaval.

Carnaval -carnem vale!- signifca adiós a la carne (bueno, ahora no se le dice tanto adiós), dejamos de lado todas nuestras afecciones y deseos y vamos cultivando nuestra alma. Por ello es que las fiestas sean un desenfreno que nos lleva luego a centrarnos en el corazón de la fe cristiana. Había una especie de equilibrio entre las fiestas paganas y la vivencia cristiana, es una dialéctica de la celebración humana, mezclando la historia y los mitos de la experiencia humana.

Ahora nos centramos en uno de estos actos, el carnaval se ha centrado principalmente, en el baile en el pasarlo bien, pero se pierde el eje de esta celebración: dejar las carnes para preocuparnos por el corazón del hombre, lo verdaderamente importante: nuestra relación con Dios.

Espero que nuestro corazón se prepare en el misterio de Cristo durante estos cuarenta días ante el eje de la vida cristiana: la Pascua.

Comentarios

  1. Es muy interesante lo que dices porque yo veía a las dos cosas como muy opuestas entre sí.

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