Sobre el alma del ser humano (II)
Como había escrito anteriormente todavía no queda clara la distinción de la misma alma humana, pero se han dicho varias características de ella:
1. Es principio de identidad en el ser humano.
2. No es un elemento individual y separado del cuerpo.
3. Es inmortal.
4. Es creada directamente por Dios.
Hay otros más pero me voy a quedar con estos cuatro puntos para dilusidar cómo lograr vislumbrar al alma humana, iniciemos el viaje con el alma como principio de identidad. Es llamativo que la antropología bíblica sitúe al alma como principio de identidad, junto con su cuerpo, llevado a un plano más actual, todos tenemos la misma cantidad de cromozomas, un genoma común. Si se hiciese un conteo seríamos exactamente iguales, no nos distinguiríamos; cuál es nuestra distinción, nuestra individualidad, sentir que "yo soy aquél, y no ése", y que al mirarme frente a un espejo diga: "qué bello soy". No por los cromozomas o el genotipo que tengo, sino porque ahí estoy yo. Es el hombre, uno en cuerpo y alma. Por ello la antropología bíblica distingue que el ser humano tiene basar, nefes y ruah, pero unitariamente, no son tres principios separados. Un hombre que es basar, nefes y ruah.
No es individual y separado del cuerpo, para muchos que hemos ido al cementerio (que quiere decir dormitorio), hemos escuchado la frase, si su alma se fue a descansar al cielo. Esta frase es de corte platónico, en que se hace la distinción entre el cuerpo y el alma, y sería opuesta a la noción bíblica. Para el hombre de la Biblia el hombre se muere bien muerto, no hay nada que sobreviviese a ese trance que vivimos todos. Vale decir que alma y cuerpo están estrechamente relacionados y son inseparables, ya Santo Tomás decía que el alma es la "forma del cuerpo", en el pensamiento del aquinate (santo Tomás), es el alma quién "informa" (le da forma desde dentro) al cuerpo, y lo hace único y diferente de las demás personas, lo que afecta al cuerpo afecta al todo unitario que es el hombre, lo mismo ocurre con las afecciones del alma. Esa noción la tomó luego el concilio de Letrán para hablar del alma como forma del cuerpo, para evitar pensar que las almas de los muertos se separan de sus cuerpos y pueden ir a otros cuerpos para poder vivir (¿no recuerda eso a la reencarnación?).
Pero queda la pregunta sobre la inmortalidad del alma, porque esa afirmación está dentro del magisterio de la Iglesia. Como se habrán dado cuenta hay dos tendencias, una de separar el cuerpo del alma y una visión unitaria, de cuerpo y alma juntos, dos principios que forman una unidad, y que cada una por separado no forma esa unidad. Pues esa es la visión que ha planteado desde siempre la Biblia, el problema de esta reflexión es la siguiente: si el alma muere junto con el cuerpo, ¿cómo es posible la resurrección? Se tendría que hablar de Dios no como un "resucitador", sino como un "recreador", creando nuevamente a partir de la nada. Pero la fe bíblica afirma que el Dios de Jesucristo es resucitador. Hay algo en el ser humano que permita la resurrección, ese principio es lo que llamamos alma. ¿Entonces qué pasa con las almas? ¿Dónde van? ¿Al Cielo? Respecto a esto han surgido varias teorías.
Una de ellas dice que el alma espera hasta el final de los días, y que hay "algo" que sobrevive al hombre, pero que no es el hombre completo. Dios no resucita sólo el alma como elemento único del hombre, también lo es el cuerpo, o si no no sería necesaria la resurrección, ahora ¿dónde está ese algo? Es una pregunta más compleja, ya que algunos teólogos dicen que está en el cosmos y guarda nuestra identidad (aunque parezca absurda esta afirmación concuerda con la teoría holográfica, en que en una partícula se encuentra concentrado todo el universo, y el universo tiene su memoria en la más microscópica partícula, siendo todos uno).
La otra teoría guarda relación con el tiempo, cuando morimos, el tiempo y el espacio como los conocemos desaparecen. No hay distinción, no hay un antes, un durantes y un después. ¿Qué se ha pensado? Lo siguiente: que el hombre cuando muere, en ese instante también resucita (si para Dios mil años son como un día), no importa cuánto tiempo haya pasado, pues el tiempo como sucesión no existe en la otra dimensión, es un siempre ya. Sería presenciar ya la visión inmediata de Dios, pero los que estamos sujetos al espacio-tiempo no lo sabemos, sólo lo intuimos. Esta idea salvaría también la noción en que cuerpo y alma no se separan, y además congenia con la Parusía o Segunda venida de Cristo, porque ahí el Cosmos entero pasaría a una transformación gloriosa.
1. Es principio de identidad en el ser humano.
2. No es un elemento individual y separado del cuerpo.
3. Es inmortal.
4. Es creada directamente por Dios.
Hay otros más pero me voy a quedar con estos cuatro puntos para dilusidar cómo lograr vislumbrar al alma humana, iniciemos el viaje con el alma como principio de identidad. Es llamativo que la antropología bíblica sitúe al alma como principio de identidad, junto con su cuerpo, llevado a un plano más actual, todos tenemos la misma cantidad de cromozomas, un genoma común. Si se hiciese un conteo seríamos exactamente iguales, no nos distinguiríamos; cuál es nuestra distinción, nuestra individualidad, sentir que "yo soy aquél, y no ése", y que al mirarme frente a un espejo diga: "qué bello soy". No por los cromozomas o el genotipo que tengo, sino porque ahí estoy yo. Es el hombre, uno en cuerpo y alma. Por ello la antropología bíblica distingue que el ser humano tiene basar, nefes y ruah, pero unitariamente, no son tres principios separados. Un hombre que es basar, nefes y ruah.
No es individual y separado del cuerpo, para muchos que hemos ido al cementerio (que quiere decir dormitorio), hemos escuchado la frase, si su alma se fue a descansar al cielo. Esta frase es de corte platónico, en que se hace la distinción entre el cuerpo y el alma, y sería opuesta a la noción bíblica. Para el hombre de la Biblia el hombre se muere bien muerto, no hay nada que sobreviviese a ese trance que vivimos todos. Vale decir que alma y cuerpo están estrechamente relacionados y son inseparables, ya Santo Tomás decía que el alma es la "forma del cuerpo", en el pensamiento del aquinate (santo Tomás), es el alma quién "informa" (le da forma desde dentro) al cuerpo, y lo hace único y diferente de las demás personas, lo que afecta al cuerpo afecta al todo unitario que es el hombre, lo mismo ocurre con las afecciones del alma. Esa noción la tomó luego el concilio de Letrán para hablar del alma como forma del cuerpo, para evitar pensar que las almas de los muertos se separan de sus cuerpos y pueden ir a otros cuerpos para poder vivir (¿no recuerda eso a la reencarnación?).
Pero queda la pregunta sobre la inmortalidad del alma, porque esa afirmación está dentro del magisterio de la Iglesia. Como se habrán dado cuenta hay dos tendencias, una de separar el cuerpo del alma y una visión unitaria, de cuerpo y alma juntos, dos principios que forman una unidad, y que cada una por separado no forma esa unidad. Pues esa es la visión que ha planteado desde siempre la Biblia, el problema de esta reflexión es la siguiente: si el alma muere junto con el cuerpo, ¿cómo es posible la resurrección? Se tendría que hablar de Dios no como un "resucitador", sino como un "recreador", creando nuevamente a partir de la nada. Pero la fe bíblica afirma que el Dios de Jesucristo es resucitador. Hay algo en el ser humano que permita la resurrección, ese principio es lo que llamamos alma. ¿Entonces qué pasa con las almas? ¿Dónde van? ¿Al Cielo? Respecto a esto han surgido varias teorías.
Una de ellas dice que el alma espera hasta el final de los días, y que hay "algo" que sobrevive al hombre, pero que no es el hombre completo. Dios no resucita sólo el alma como elemento único del hombre, también lo es el cuerpo, o si no no sería necesaria la resurrección, ahora ¿dónde está ese algo? Es una pregunta más compleja, ya que algunos teólogos dicen que está en el cosmos y guarda nuestra identidad (aunque parezca absurda esta afirmación concuerda con la teoría holográfica, en que en una partícula se encuentra concentrado todo el universo, y el universo tiene su memoria en la más microscópica partícula, siendo todos uno).
La otra teoría guarda relación con el tiempo, cuando morimos, el tiempo y el espacio como los conocemos desaparecen. No hay distinción, no hay un antes, un durantes y un después. ¿Qué se ha pensado? Lo siguiente: que el hombre cuando muere, en ese instante también resucita (si para Dios mil años son como un día), no importa cuánto tiempo haya pasado, pues el tiempo como sucesión no existe en la otra dimensión, es un siempre ya. Sería presenciar ya la visión inmediata de Dios, pero los que estamos sujetos al espacio-tiempo no lo sabemos, sólo lo intuimos. Esta idea salvaría también la noción en que cuerpo y alma no se separan, y además congenia con la Parusía o Segunda venida de Cristo, porque ahí el Cosmos entero pasaría a una transformación gloriosa.
¿Cómo se podría compaginar esta última teoría (de la muerte y resurrección instantánea) con la doctrina del purgatorio o la oración a los santos?
ResponderBorrarCuando NSJC muere en la cruz encomienda su espíritu al Padre, y en el credo decimos que murió, descendió a los infiernos y resucitó. Por eso yo creo que existe algo en nosotros que es capaz de subsistir separado del cuerpo, tal vez no le llamemos alma, pero eso es sólo un tema de nombres.