Una fe "razonable" y una razón "confiada" (Parte V)

Hablando una vez con un profesor, que hizo un curso de profundización, llamado "Fe y Razón", en vista a la Encíclica Fides et Ratio de Juan Pablo II, le hice una pregunta sobre el tema: ¿qué tiene que ver la mística en la búsqueda de la fe y en la búsqueda de la razón?

Ahora quiero compartir, lo que he ido pensando durante estos últimos 4 años sobre esta reflexión, son sólo líneas, atisbos que se han ido dando a lo largo de un peregrinar y de una búsqueda de un diálogo entre fe y razón. Cada una de ellas está contenida en la otra... ahora ¿cómo es que la fe está contenida en la razón y la razón contenida en la fe? No aparece desarrollado en Fides et Ratio, y ha sido el número 17 de esta Encíclica un motivo para pensar seriamente en el diálogo entre filosofía y religión. Y ahora escribiendo esta parte, me doy cuenta de cómo la religión tiene que imperiosamente entrar en el diálogo de un lenguaje que se ha puesto como paradigma, aunque sea ineficaz para dar sentido al mundo: el lenguaje de la economía (o mejor dicho de la factibilidad).

Sólo algunas ideas, para poder profundizar:

1. La fe y la razón se guian por la profunda intuición humana de la búsqueda de la verdad, si bien es cierto que algunas filosofías modernas niegan la posibilidad de obtener una verdad que sea absoluta para todos, es el hecho de la incesante búsqueda del hombre por respuestas, que lo lleva siempre a un más allá, sea ésta inmanente como trascendente.

2. Es esta intuición a la que podríamos llamar mística, un acontecimiento místico es aquel ante el cual el ser humano se ve sobrepasado en su conocimiento y entendimiento; se sabe que está frente a algo que objetivamente se ha hecho presente aquí y ahora. ¿No le ocurre eso al científico que descubre un nuevo ser vivo, o al astrónomo que visualiza un nuevo fenómeno espacial, o al matemático que llega a la demostración de una fórmula? El ser humano se siente pequeño e inmenso a la vez, incrédulo de lo que ha llegado a ver y descubrir, pero con la convicción de ser algo importante. Lo mismo ocurre en la vida de la fe, y en el descubrimiento de esa verdad, que para los cristianos es Jesucristo, a diferencia del científico, no encontramos con una persona, no es un simple fenómeno.

3. Es esta experiencia mística la que eleva a la conciencia humana a buscar más allá de sus posibilidades, y a ubicarse en su situación vital, ocupando el verdadero lugar que tiene el hombre en el Kosmos. Los verdaderos científicos saben que la verdad es tan precaria como la vida del ser humano, por ello es que algunos son agnósticos, por lo precario y corta que es la vida; y otros son creyentes porque en esa precariedad ubican su sentido de vivir, y ubican la presencia real de Dios en este orden. Algo similar experimentan los ejercitantes de la meditación oriental, vivir para descubrir la apariencia, la anulación completa del "yo" los "eleva" hasta el contacto con el uno.

4. Se podría pensar que, como pudiera darse a partir de mis reflexiones, que el que no cree es porque es tonto o no quiere creer. No es así, he de recordar que la fe es un don, y que hubo personas, y las habrá en el futuro, que no han creído, porque no se les ha dado este don. ¿Un Dios egoísta? No, y todo lo contario, un Dios que es misericordioso, Dios a nadie le niega la fe, pero es un acto, una adhesión del ser humano ante lo sagrado, el problema es que la fe requiere una respuesta, que algunos, por la profunda racionalización de su pensamiento lo generan como un absurdo.

"Creo, Señor, pero aumenta mi fe."

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