El Pecado Original

Este artículo no pretende ser un tratado sobre hamartología, sino que más bien es una sencilla reflexión acerca de nuestra condición humana, que por más buenas intenciones tiene por realizar acciones que vayan en la consecución de los más nobles ideales, con el paso del tiempo, se degeneran y, en algunos casos pasa a ser peor que el problema que vino a solucionar. ¿Por qué ocurre eso en todo orden de cosas? A eso tengo una sencilla respuesta: el pecado original.

Aunque suene extraño, cada día estoy más convencido que en nuestra vida, la gran originalidad del cristianismo, junto con el mensaje salvífico de Jesús como Señor y Mesías salvador, es el mensaje que va de la mano del mismo: "El ser humano, por sí solo no puede salvarse, ya que está tocado por el pecado original". G.K. Chesterton ya hacía referencia en su libro "San Francisco de Asis":
La gran novedad que trajo el cristianismo a la cultura griega fue el pecado original.
No es de extrañar, pues, que en nuestra vida nos vamos encontrando cada vez, con proyectos muy nobles, motivadores que sueñan con cambiar el mundo -o a lo menos el entorno- y, al final, son peores que el mal que querían cambiar. San Pablo constata eso en la vida de los hombres y mujeres de su época:
Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí.
(Rom 7,18-20)
Reitero que no es mi intención explicar o desarrollar una reflexión teológica sobre la hamartología, sino que es una breve constatación de la experiencia de los hombres.

El pecado original, en el fondo, es el pecado de "la carne" (sarx en griego), no se debería entender por el tema de la sexualidad humana, sino que más bien, como la degeneración misma de nuestra condición alejada de Dios. Si vemos la lectura del libro del Génesis, que es por antonomasia el texto que nos narra el pecado original, notamos que Adán y Eva se cubren para no ser vistos por Dios "Y oyeron al SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto. Y el SEÑOR Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás? Y él respondió: Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí". La actitud de alejarse de Dios, es simplemente una consecuencia de la calidad pecaminosa originada, que lleva al hombre a pensar que puede vivir sin trascendencia. El pecado original, por tanto, lleva a entender que el hombre por querer endiosarse a sí mismo y deja claro que sus obras, a la larga, se vuelven en su contra.

Ahora bien, el punto central, está en la discusión de si el pecado original deforma (pensamiento católico) o si destruye (pensamiento protestante) la naturaleza humana. Ése es un tema que ha de ser tratado en otro escrito.

Comentarios

  1. Muy buen tema.
    Efectivamente, la gran novedad del cristianismo, o más bien de la tradición judeocristiana, es el pecado original. De hecho es una verdad de Fe. Al menos no he visto a ningún no cristiano que tenga en cuenta esta verdad, que para él podría ser una teoría que adopta entre todas las demás.
    El pecado original hace de nuestra naturaleza, una naturaleza caída. No sé si deformada o destruida.
    Lo que sí podría decir es que si deformada, deformada parcialmente, y si destruida, destruida parcialmente.
    Pienso a Dios le da igual. Si deformada, reconforma, y si destruida, reconstruye.

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  2. Una antesala de la segunda parte:

    Karl Barth habla del pecado que destruye la capacidad del hombre de alcanzar a Dios, ya que fue destruido por el pecado original. Es una destrucción total, que imposibilita este encuentro con Dios. En cambio la teología Católica habla desde sus inicios del pecado que deforma la imagen del hombre para alcanzar a Dios, y que sí da la posibilidad de encontrarse con su creador.

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  3. Saludos, Cristian. Espero a la segunda parte.

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