El Deseo de Poder

Me gusta Sigmund Freud, especialmente cuando un profesor hizo la caricatura de Freud y Marx en una de sus clases y, en un tono irónico dijo: "No ves que tengo la razón, Marx", no me reí, pero al final lo entendí. Los ideales que se presentan en nombre de la sociedad, pueden -y son- las pulsiones que guardamos en nuestra psique. Uno de los libros que Freud presenta su genialidad fue "Totem y Tabú", uno de los capítulos que me llamó la atención fue la relación que hace Freud con el complejo edipal y el fenómeno religioso. Junto a ello, lo que siempre me quedó dando vueltas fue el fenómeno de la comida totémica, en resumidas cuentas es un padre tirano, que es dueño de todas las hembras, y los hijos de éste no son capaces de tener autoridad, para lograrlo, los hijos matan al padre, pero una vez realizada la muerte, vienen los sentimientos de cariño y de culpabilidad, teniendo algún recuerdo o imagen que no pudiese ser tocado.
Varios han visto en la eucaristía un símil a la comida totémica, en que nosotros hacemos recuerdo de la muerte de Jesucristo, tal como si fuera el padre que nosotros traicionamos, y que por el complejo de culpa y de remordimiento que vivimos, lo recordamos ahora con un cariño especial, viendo que ese hombre que ha sido masacrado, ahora es nuestro Dios y salvador, para poder alcanzar su poder nosotros "consumimos", simbólicamente, su cuerpo en el pan, y su sangre en el vino. Pero bueno, estas son solo ideas tendenciosas que quieren mostrar el salvajismo primitivo que podría encerrar el cristianismo, y al parecer, hacemos olvido que fue el mismo Jesús quien deja este recuerdo, desde la óptica de hijos y hermanos, el primero entre nosotros, pero no es un padre tirano.

Como partí diciendo, me gusta Freud, mas no para derrumbar mi fe, sino que más bien para afirmarla, en el caso del misterio de la psique, me ha llamado la atención en estos últimos días que, con tantas exhumaciones, por teorías conspiratorias de muertes de próceres de la independencia de América Latina (léase la exhumación de Simón Bolivar), he visto y vivido en carne propia varias sensaciones e ideas que fueron aflorando durante estos días. En un primer momento lo vi como algo pintoresco de un líder venezolano; luego por la reacción de otras personas que catalogaron este acto como si fuera una profanación, y para finalizar me viene la idea del acto de los ejércitos españoles a la muerte de Rodrigo Díaz de Viva (el Cid)que llevaban su cuerpo durante las campañas contra los moros.

El deseo de poder, es la búsqueda inconsciente de tener el dominio de la situación o situaciones que se están viviendo, la sensación de estar controlando la vida, hechos, objetos y voluntades hace que perdamos la perspectiva de que somos contingentes. ¿Qué hacer para mantener este poder cuando sentimos que se pierde? Buscar a los inmortales, que no pueden ser tocados por nada ni por nadie, incluso el tiempo. Para unos la solución está en relacionar nuestro poder con la autoridad divina, tal como lo hicieron dinastías de reyes, imperios, e incluso Dan Brown en "El Código Da Vinci" lo llevó hasta el linaje de Cristo. Pero ¿qué hacer cuando no tenemos la variante "teológica"? Simple, se buscan a los héroes, aquellos hombres y mujeres que han hecho de su vida algo que es recordado en la memoria de sus congéneres. El hecho de exhumar a uno de estos personajes hace al mentor del hecho que se iguale al objeto que desea (ya no hablo de personas, porque simplemente es un cadaver y se pierde ya el respeto a su descanso. Si se suma a esto un discurso nacionalista, e indicando que su fuente de inspiración es el héroe, se pasa de un hecho patriótico a un hecho instrumentalizado.

Freud, hoy estaría diciéndonos, como se lo hubiera dicho a Marx: "ves que tenía razón".

Nota: no es por política que hago esta reflexión, sino que los hechos de esta semana que ha pasado, ameritan desarrollar estas ideas.

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