Inocencia Interrumpida

Hace varias semanas en los cursos de bioética que he ido tomando durante este semestre me ha dado vuelta la idea de la prevalencia que tiene la técnica por sobre la propia naturaleza, y en el orden que los seres humanos hemos jugado con ella en éste último tiempo, como si la misma fuera la última palabra y la naturaleza un mero instrumento que lleva a lograr los propósitos propuestos por la mentalidad del hombre, sea cual fuera el ámbito en que se desarrolla. Ante esta duda mi profesor me dio una rotunda respuesta: "Jamás", y ese jamás es una guía, pues no se puede poner a la técnica por sobre la vida misma del ser humano, en otras palabras la técnica está al servicio de la vida y no al revés. Pues si se llegara a ese nivel se vería más el costo beneficio por sobre el milagro de existir (aunque a veces pienso ahora que hemos pasado ese delicado límite).

Ante esa discusión me vino a la mente la siguiente idea:
Si Jesús hubiese estado hoy viviendo la última semana previa a su pasión, muerte y resurrección estaría siendo evaluado por los criterios de eficiencia y eficacia. Seamos honestos, Jesús es un completo fracasado para lograr su objetivo de anunciar el amor misericordioso de su Padre. No es, en ningún sentido rápido, fácil y sencillo su mensaje, por el contrario, lleva tiempo, trabajo y mucho sacrificio.  
Suena irónico, pero es cierto, hoy el mensaje del evangelio no puede transar con los criterios técnicos; a los ojos del mundo romano y judío la predicación de Jesús fue ineficiente e ineficaz, no alcanzó su menta, y su fundador fue un fracasado, murió clavado en una cruz y escandalosamente abandonado por quienes se decían sus seguidores hasta la muerte.

El proceso del evangelio no se guía según los criterios actuales de la técnica y de su eficacia, la vida misma no es así, de ahí la frustración de muchos de ver cómo se hacen actividades en el nombre de Jesús en que hay "poca participación", pero no se maravillan en esos asistentes que han vivido dicha actividad en profunda fe y caridad transformadora. Y claro, eso no calza con lo efectivo y masivo.

Fracaso fue el de Francisco Javier, quien no pudo entrar y mucho menos evangelizar en China, pues murió en el viaje, y es al día de hoy, junto con Teresita del Niño Jesús, patrono de las misiones.

Quienes quieren ver impacto masivo, simplemente se equivocaron de evangelio de Jesucristo. Lo importante para el cristiano no es lo instantáneo, el resultado final, sino cómo se vive el proceso.

Ahora bien, hay personas que van a tratar de encasillar la acción pastoral de la iglesia en la lógica del empresario: costo beneficio, afortunadamente para los cristianos eso es algo superado latamente, pues no importa el costo, siempre será pérdida, simplemente porque la meta no es la ganancia en cantidad, sino que en el vivir, celebrar y compartir la fe. Para el cristiano que vive su fe desde la perspectiva de tener una ganancia de adeptos por tener adeptos para llenar espacios y no para compartir la fe a costa de perder su propia vida, esa no es la iglesia a la que Jesús nos preparó. En el mundo hebreo hay una palabra para esto: anawin (los pobres del Señor). No seamos como aquellos que por querer satisfacer a los criterios de este mundo no viven la inocencia cristiana y sea interrumpida por las preocupaciones que no son de Dios.

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