Y salió a sembrar

Muchas veces me encuentro con mis amigos sacerdotes haciendo la enseñanza de una parábola desde el enfoque ético de la misma, pero se les olvida que lo primero es que cualquier anuncio del evangelio es eso: buena noticia que se proclama. Por la pasión o presión se les olvida que toda lectura de la liturgia cumple una cuádruple función: kerigmática (anuncio), catequética (educativa) y litúrgica (celebrativa) junto con la misión (diaconía).

Cuando leo las homilías de varios sacerdotes se les olvida lo primero: ¿qué buena noticia es la que estoy proclamando hoy?

Uno de los ejemplos a los que me quiero referir es el siguiente: La parábola del sembrador.

Y les habló muchas cosas en parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en pedregales donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó porque no tenía profundidad de tierra; pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron. Y otra parte cayó en tierra buena y dio fruto, algunas semillas a ciento por uno, otras a sesenta y otras a treinta. El que tiene oídos, que oiga.

De las veces que la he escuchado gran parte de los clérigos habla de la tierra ¿qué tipo de tierra somos para acoger la palabra? ¿Estamos dispuesto a acoger la palabra?... y otras tantas preguntas que se vienen al caso. No dan espacio para comprender en qué consiste la parábola en sí.

Observemos el contexto de la parábola (Capítulo 13 de San Mateo): Jesús está enseñando, aglomerado por muchas personas, porque se ha corrido la voz de sus milagros, y ahora corresponde explicarles en qué consiste su misión. ¿Por qué tiene que centrarse en la semilla y en la tierra? Aquí lo principal es que el sembrador salió a sembrar, es decir que la misión sigue que va caminando, y que lo que se anuncia, la palabra es para todos, no importa las circunstancias ni las dificultades, pues la palabra va a dar frutos igual, en el camino, en los pedregales, entre espinas o en la buena tierra. El eje central de la historia es que se está proclamando la palabra, y si tienes oídos para oír, entonces oye el anuncio no te quedes indiferente. Pues con Jesús el anuncio de su palabra va a seguir, independiente de dónde caigan sus semillas, éstas no dejan indiferente a nadie. 

Tengamos humildad a la hora de escuchar y de proclamar la palabra, a veces caemos en forzar la palabra a aquello que nos conviene, pero hay que tener fe, en que la misma palabra de Dios edifica a su iglesia, independiente del terreno en que sea sembrada.

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