Simplicidad
Han pasado varias semanas en que se ha comentado acerca de los abusos de los sacerdotes. En lo personal también he vivido momentos de mucha complejidad, tratando de ver una solución a tantos problemas que se suscintan en torno a los conflicto. En mi post anterior hablaba del tema del pecado de la Iglesia, que es poder, y que la solución se da a los pies de la penitencia. Ahora me doy cuenta que existe otro componente que se nos olvida a nivel eclesial, que es más sencillo de lo que imaginamos, y ésta es la simplicidad.
Este fin de semana, en una conversación dentro de un retiro, fue un gatillo que dio pie a esta reflexión. Nada preparado, nada establecido, sino que una conversación de corazón a corazón. Los esquemas que se establecen en todo orden de cosas para la relación con Dios, y por lo mismo, con la Iglesia ha dejado anquilosada la verdadera dinámica de la fe en Cristo: la simplicidad. Tanto entendimiento y reflexión ha dejado de lado la simpleza que Jesús nos narra de la fe.
El carácter existencial más que intelectual es una característica propia de la experiencia bíblica, y ante la experiencia del pecado está el testimonio de Cristo en la cruz, su denuncia silenciosa hace que nosotros podamos darnos cuenta de la fuerza del perdón redentor que existe al interior de tal misterio.
Hoy, cuando se habla de los misterios de Fátima y sus reinterpretaciones, creo que sería necesario volverse a las fuente de estos misterios: la experiencia de Jesús en medio de los hombres. Más que nunca habremos de darnos cuenta que Jesús buscaba la simplicidad y la admiración, qué más se puede pedir: una experiencia de vaciamiento de la Iglesia que vivía del poder y del reconocimiento de su autoridad frente a los demás. Hoy la credibilidad se ha de sustentar en la simplicidad de la vida de los sacerdotes y de aquellos seguidores de Jesús.
Vale la pena preguntarse si nuestro propio testimonio hace creíble a Cristo hoy.
El carácter existencial más que intelectual es una característica propia de la experiencia bíblica, y ante la experiencia del pecado está el testimonio de Cristo en la cruz, su denuncia silenciosa hace que nosotros podamos darnos cuenta de la fuerza del perdón redentor que existe al interior de tal misterio.
Hoy, cuando se habla de los misterios de Fátima y sus reinterpretaciones, creo que sería necesario volverse a las fuente de estos misterios: la experiencia de Jesús en medio de los hombres. Más que nunca habremos de darnos cuenta que Jesús buscaba la simplicidad y la admiración, qué más se puede pedir: una experiencia de vaciamiento de la Iglesia que vivía del poder y del reconocimiento de su autoridad frente a los demás. Hoy la credibilidad se ha de sustentar en la simplicidad de la vida de los sacerdotes y de aquellos seguidores de Jesús.
Vale la pena preguntarse si nuestro propio testimonio hace creíble a Cristo hoy.
Hola Cristián,
ResponderBorrarNos ha gustado tu comentario acerca de la simplicidad como respuesta a las crisis dentro (¡y fuera!) de la Iglesia. Estamos muy de acuerdo con lo que dices.
Sólo añadir que muchas veces nos fijamos nada más en los sacerdotes y nos olvidamos que TODOS los cristianos estamos llamados a la misma vocación de anunciar a Cristo en el mundo. Y desgraciadamente también nosotros, laicos, muchas veces fallamos en esto.
¡Muchas gracias por tus escritos! Y, si tienes tiempo, te invitamos a que veas nuestro blog católico. Lo escribmos desde Canadá, donde vivimos ahora, pero hablamos mucho de nuestro anterior compromiso con la Iglesia en Cuba, donde vivimos hasta el 2006. A lo mejor te interesan algunas de las historias y testimonios que narramos allí. La dirección es: http://venconnosotrosacaminar.blogspot.com/
Afectos en Cristo,
Tere y Jose