Matrimonios y Patrimonios

Hoy más que nunca cuando la semántica y el lenguaje juegan un rol preponderante en las discusiones que se han generado al interior del debate público en América Latina, quiero hacer un comentario acerca de lo que se ha estado dando con el caso de los famosos “matrimonios homosexuales”.
A un par de días en que, tomando la frase de un sacerdote amigo que decía: “El matrimonio homosexual no es un derecho, es un invento semántico para transformar la sodomía en un término socialmente aceptable”. Frase que, al parecer a varios incomoda, y a otros les ha servido para mandar toda su caballería lingüística, histórica y ético religiosa para denostar algo que, según la vida misma, es una vuelta a algo que el mismo san Pablo, tan visionario él, veía como algo que degeneraba al hombre mismo en lo más esencial.
En la lingüística misma, varios me han comentado, y entiendo con claridad, que el lenguaje se hace a la cultura y no la cultura al lenguaje. Pero esta idea no la comparto en su totalidad, el lenguaje se adapta a los momentos de la historia, de ahí que surjan los neologismos, pero también somos herederos de todo un referente cultural, que nos viene dado por el lenguaje, de ahí que es muy valioso el tema de las etimologías de las palabras para descubrir esa primera riqueza en que radica el corazón de la comunicación misma. De hecho tanto la palabra matrimonio como patrimonio son compuestas; patri del latín pater, y matri del latín mater (del padre, de la madre, respectivamente) y monio (del latín monium; las cosas de). Si bien el patrimonio los relacionamos con los bienes heredados y que son dados por el padre, empleamos para hablar del contrato solemne en que un hombre y una mujer se unen para hacer comunidad de vida, con el fin de dar vida, la palabra matrimonio. Por tanto la belleza de la palabra matrimonio va en su finalidad: dar vida, pro-crear. De ahí que, desde el punto de vista de la palabra misma, se encierra tras sí su propia misión: ser dadores de vida. No estoy hablando de custodiarla, ni de administrarla, ni de educar, simplemente el hecho mismo de la procreación humana. Favor, no tomarlo a mal, pero cuando me hablan de matrimonio homosexual y se habla de que ellos son capaces de tener hijos y educarlos se nos va de las manos el tema de la responsabilidad, pueden hacerlo muy bien, pero no son ellos los que generan la vida dada. Por tanto no se puede hablar de matrimonio.
Otros me han hablado de que, si existe la posibilidad de la homosexualidad en la naturaleza, esto ha sido por la voluntad de Dios, y entonces habría que replantearse este tema, teniendo que aceptar este hecho como un “lapsus” que no ha sido recibido dentro de la Biblia, en que habla tajantemente contra las prácticas sodomíticas. Es verdad, y a mí me ha tocado ver que hay ciertos animales que no siguen su propia tendencia sexual, y en la mayoría de los casos la misma naturaleza hace que los de su propia especie los aíslan, ya que no pueden estar dentro del orden que se ha establecido; pero en el caso de los seres humanos tenemos algo que va más allá de la propia naturaleza, que son nuestras elaboraciones de estructuras socio-culturales que nos permiten desarrollarnos e ir incluso más allá de nuestras propias limitaciones (es bello poder ver a ciegos ver, e incluso superar nuestras propias expectativas de vida), pero ello no nos dice que tengamos que ir en contra de nuestra propia línea de vida, que es aquella que nos viene dada por la naturaleza.
En la Grecia que tuvo que predicarse el Evangelio era muy común las prácticas de la porneia, y se hablaba con claridad que el amor más perfecto era entre hombres, y no entre un hombre y una mujer. Algo que parecía común a la luz de la fe era reprochable, condenado por el Señor, y castigado, San Pablo tiene en mente el castigo que sufrieron los habitantes de Sodoma, que querían conocer a los invitados de Lot. En el fondo, para Pablo este tipo de prácticas, en vez de alzar al hombre al encuentro de Dios, lo llevaba a su degradación y al desencanto de la vida, porque no encontraría un verdadero sentido trascendente del amor.
He conocido el caso de varios homosexuales que, quieren que su amor sea reconocido, saben cuál es la diferencia de matrimonio y de uniones de hecho; y algunos con claridad y sin odiosidad quieren un reconocimiento de su unión, porque viven en comunidad de bienes, pero no quieren hablar de matrimonio, simplemente que, cuando se termine el caminar juntos, todo lo que tienen pasen al que ha sido su compañero en años. Esto que escribo me lleva a pensar que más que matrimonios homosexuales y su terminología, habría que hablar del patrimonio de la unión de parejas de hecho y de cómo poder ayudar desde aquí.

Comentarios

  1. Daneel4:35 a.m.

    Reducir el matrimonio homosexual a la sodomía no solo olvida las parejas femeninas sino que es como reducir el matrimonio heterosexual al sexo.

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  2. La sodomía claro, está más bien referida a las parejas masculinas, por eso hago referencia a las prácticas homosexuales que se realizaban en la antigua Grecia. Por otra parte cuando hablas de que es como reducir el matrimonio heterosexual al sexo, es necesario conocer cuál es el fin del matrimonio: la unión de la pareja, su mutuo crecimiento, la procreación y la educación de los hijos; a partir de su propia finalidad vemos que cuando hablamos de matrimonio homosexual no cumple con la propia finalidad por la cual ha sido concebido socialmente, y que Jesús lo consagra como sacramento.

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  3. Muy buena reflexión, pero ojo al decir "cuando me hablan de matrimonio homosexual y se habla de que ellos son capaces de tener hijos y educarlos se nos va de las manos el tema de la responsabilidad, pueden hacerlo muy bien, pero no son ellos los que generan la vida dada. Por tanto no se puede hablar de matrimonio" porque hay padres y madres que adoptan a sus hijos y los educan sumamente bien...

    Pero en cuanto al tema principal matrimonio-patrimonio estoy muy de acuerdo y estoy muy seguro de que muchos homosexuales -si lo vieran desde este punto de vista económico-legal - también lo estarían.
    saludos

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