La Lectura orante de la Biblia (Monseñor Santiago Silva)
1)- El camino de la lectura orante
La lectura orante de la Palabra de Dios nos exige un camino que recorrer… y todo camino tiene un inicio y un final, un lugar desde donde se sale y un lugar a donde se llega. En la lectura orante de la Palabra de Dios se sale de la lectura del texto bíblico y se llega a la comprensión del mensaje divino, a su aceptación de corazón y al compromiso de construir el Reino del Padre. Se lee la Sagrada Escritura (inicio) para comprender lo que Dios quiso revelarnos acerca de sí, de nosotros y del mundo, para orarla y poner en práctica su enseñanza (meta).
Todo camino tiene sus características: es angosto o amplio, hay subidas y bajadas, piedras, agua, arena… que un buen viajero sabe sortear. Al igual en la lectura orante de la Palabra de Dios. No basta leer para comprender el mensaje divino ni tampoco basta leer para aceptarlo de corazón.
A veces nos ocurre lo que el apóstol Santiago le decía a su comunidad: «No se contenten con oír la Palabra engañándose a ustedes mismos. Pues el que la oye y no la cumple se parece al hombre que contempla su rostro en un espejo y después de haberse mirado, se va, olvidándose en seguida de cómo era» (Sant 1,22-24).
Para conocer y vivir el mensaje de Dios contenido en la Sagrada Escritura hay que recorrer el camino de la lectura orante de la Palabra de Dios que requiere dar los pasos adecuados que ahora aprenderemos.
2)- Leer y orar la Sagrada Escritura
2.1- El camino a recorrer
Para hacer el camino de la lectura orante de la Palabra de Dios nos dejamos guiar por la naturaleza y función de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia. La constitución conciliar Dei Verbum del CONCILIO VATICANO II (nsº 9.11.21) nos enseña que la Sagrada Escritura es: «Palabra de Dios escrita por inspiración del Espíritu Santo confiada a la Iglesia para la salvación de todos los hombres».
Esta descripción contiene los tres elementos principales que hacen de la Palabra la «fuerza de Dios para la salvación del que cree» (Dei Verbum, 17).
2.2- La Palabra de Dios escrita…
La palabra humana, oral y escrita, esta llamada a ser vehículo de comunión y de amor. Por la palabra nos comunicamos, salimos de nosotros mismos y ofrecemos nuestra interioridad al amigo que nos escucha. Así también el Padre que condesciende, se revela y «sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos» (Dei Verbum, 21). Y lo hace «por medio de hombres y en lenguaje humano» (Dei Verbum, 12), es decir, escoge la palabra para revelarnos su intimidad y su querer. Pero Dios personaliza su obra y envía a su Hijo Jesús, Palabra eterna, como Palabra hecha carne para que habitara entre nosotros y nos hablara de su Padre, de su amor y de su proyecto de salvación a favor nuestro (cfr. Jn 1,14; Heb 1,1-2). El Padre se ofrece en amistad mediante su Verbo eterno, Jesucristo, y quien lo escuche con fe y conversión tendrá vida eterna (Jn 20,30-31).
Cuando el lector creyente interpreta correctamente, descubriendo los sentidos genuinos de los dichos y obras de Jesús de Nazaret que los autores bíblicos consignaron en la lengua que emplearon en el contexto socio-cultural del siglo I (Lc 1,1-4), tiene acceso a la intimidad de Jesucristo y por él conoce la intimidad y la voluntad del Padre.
Porque la Biblia es Palabra de Dios escrita…
Es una obra literaria, es decir, libros escritos por medio de hombres y en lenguaje humano. De aquí su nombre: Sagrada Escritura o Biblia que en griego significa “libros” (en plural).
Sin embargo, como la Biblia fue escrita hace ya muchos años y por hombres que, inspirados por Dios, no perdieron su libertad ni su cultura, exige por parte del lector moderno un esfuerzo de interpretación y de inculturación:
- De interpretación porque los vocablos y los géneros literarios que emplearon los autores bíblicos deben comprenderse según los significados y modos con que ellos los usaban.
- De inculturación porque hay que leerla desde la mentalidad o cultura de los autores sagrados y del mundo al que pertenecían. Sólo así accedemos al mensaje revelado por Dios.
- Ambos acercamientos requieren de conocimientos básicos sobre el mundo de la Biblia (geografía e historia), los autores y destinatarios de cada libro de la Sagrada Escritura, el modo de pensar y comportarse en tiempo de Jesús, el mensaje teológico que contiene cada libro...
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