Provisorio

Hace muy pocos días he visto y vivido en carne propia, las circunstancias de la precariedad de la vida, enfermedades y accidentes nos hacen ver que, a pesar de tener todos los bienestares, nuestra existencia es provisoria.
En el itinerario de la fe, y en una de las características de la reflexión cristiana está el carácter existencial más que racional de la respuesta que tenemos las personas frente a Dios (-¿cómo me puedes explicar que Dios está en ti?... -no lo sé, pero sé que está ahí conmigo), de ahí que el carácter provisorio de nuestra vida nos hace dar cuenta que Dios está ahí presente. Pero no quiero caer en dos tentaciones que cualquier persona, puede preguntar.

Evitar la sensación de pensar a Dios como la respuesta a las necesidades básicas del hombre

La imagen de un dios que sea respuesta de todas aquellas necesidades que vivimos en el día a día haría, simplemente, de dios un concepto que vendría a ser un solucionario a toda pregunta que aparece, pero que no da un sentido para la vida. ¿De qué me sirve decir que Dios es creador si sigo estando tan solo como siempre? Esto nos quita el carácter de provisorio en nuestra existencia, sino que vagaríamos en una negación del carácter de nuestra propia vida. Porque estaríamos reduciendo a Dios como si fuese un ídolo o una imagen, ante la cual cualquier petición tiene que ser cumplida. En caso contrario, si es que no se cumple, la responsabilidad recae en el ser humano, que no ha hecho correctamente la petición ante Dios, ya que él nunca se equivoca.

Evitar pensar a Dios como el antagonista de la historia que vivimos

En la modernidad, el mero hecho de pensar a Dios, ha sido muy criticado por aquellas personas que consideran que no es un concepto necesario, e incluso ven que el hecho de hablar de Dios quita la independencia de que el hombre sea capaz de pensar más allá de sus posibilidades. Es un tanto contradictorio este tipo de argumento, pero Dios se da como el antagonista del desarrollo histórico de la humanidad. Todo ello es para poder entablar que la humanidad por completo es capaz de trascenderse, ¿pero qué pasa con mi propia trascendencia?

En el fondo queda la misma sensación de vacío existencia, porque la precariedad de la vida, y de las concepciones que tenemos de Dios hoy hacen que sea el enemigo del hombre.

La experiencia bíblica nos manifiesta que, a lo contrario de la experiencia de nuestro tiempo, el carácter provisorio de la vida es el que da el sentido de la existencia, ya que el hombre no puede darse a sí mismo un sentido de su propio ser.

En este tiempo de cuaresma hay una imagen que puede servirnos para comprender que nuestra vida es un camino sin nada establecido: el desierto.

El desierto es la imagen que ha empleado el pueblo de Israel, es signo de camino, de perderlo todo, pero también para encontrarse con Dios en la intimidad de los corazones. Es el lugar donde se dejan los ídolos e ideologías, los falso profetas y también las falsas ilusiones.

Es bueno, de vez en cuando, que recordemos que estamos en medio camino, y que este camino es un encuentro, un abrazo que llene de alegría nuestros corazones. Dios no viene a solucionar los problemas, sino que viene a acompañarnos en nuestro caminar, no está contra nosotros, sino que está en contra a nuestros problemas y nos invita a luchar para lograr una buena vida. Dios no está en contra la historia, Dios se hace historia con nosotros, para que nuestra historia trascienda más allá de los simples derroteros que se provocan a lo largo de las decisiones humanas.

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