La fe no es una filosofía ni una ideología, sino que es encuentro

Por lo general quienes critican a las religiones, y en especial al cristianismo católico, lo hacen desde un punto de vista ideológico. Se fuerza a ver a la fe como un fenómeno social, inmanente que no escapa de las dinámicas sociales de nuestra cultura. Pero, las religiones y en especial el cristianismo van más allá de simples códigos y normas, van directamente a la dinámica más profunda de nuestra humanidad: el encuentro.


En la catequesis del día miércoles 3 de Septiembre, Benedicto XVI lo vuelve a recordar con la narración de la conversión de San Pablo, de camino a la ciudad de Damasco. Su santidad lo recuerda de la siguiente forma:

Queridos hermanos y hermanas:

Nos detenemos hoy en un acontecimiento decisivo de la vida de San Pablo. Mientras se dirigía a Damasco, Pablo se encontró con Cristo y su vida cambió. De perseguidor de la Iglesia, pasó a ser Apóstol del Evangelio. ¿Qué le sucedió a Pablo camino de Damasco? En el libro de los Hechos de los Apóstoles, San Lucas nos brinda tres relatos de lo acaecido. También el mismo Pablo nos informa de ello en sus cartas. Más que una conversión, Pablo entendió aquel suceso como el fundamento de su apostolado, como el encargo de la evangelización y la misión. No fue un evento que pueda interpretarse con categorías meramente psicológicas. El Apóstol fue conquistado por Cristo en ese momento, y esa convicción remodeló su entero patrimonio espiritual y orientó sus fuerzas hacia un nuevo propósito. Pablo no se encontró con un personaje histórico, sino con Jesús, Persona viva que se le presentó como único Salvador y Señor. Esto tiene validez igualmente para nosotros, que no seguimos un ideario filosófico o un código moral, sino a Jesucristo. A ejemplo de san Pablo, no nos reservemos a Cristo para nosotros solos. Sintamos, más bien, la exigencia de anunciarlo a los demás.


Es llamativo ver que el gran "ideólogo" (como muchos se atreven a decir) del cristianismo no se base en una filosofía, o en códigos de conducta, sino más bien en el encuentro cercano y personal con aquel a quien perseguía: Jesucristo. Cuando nos vemos ante una persona fascinante, que llena con nuestras expectativas y sueños, no nos queda otra cosa que hablar de él. ¡Cómo habrá sido ese encuentro con Nuestro Señor que dejó a San Pablo marcado de por vida hasta el punto de entregarla!

Las ideologías y los códigos de conducta moral son opcionales, pero cuando nos adherimos a una persona, y encontramos que nuestra vida cobra pleno sentido y realización en ella las ideas, los códigos y las normas quedan supreditadas a las actitudes de aquel que me da sentido, porque nos ha conquistado no a la fuerza, sino con el corazón.

De ahí que las religiones hoy en día debemos entenderlas como aquella dinámica de encuentro que nos conquista para dar un sentido a nuestra existencia.

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