Metanoia y Redención

No siempre es corriente escribir de madrugada, pero a muchos les viene la inspiración a estas horas de la noche, no podía dejar de escribir por mi anterior Post "Cuando El Dolor Permanece", porque a lo largo de estos días me he dado cuenta de las consecuencias que esta frase y lo escrito tiene de fondo. Por una parte en la vida de la fe es necesaria la conversión (metanoia en griego), y que exige una ruptura con la vida anterior, pero ¿qué tipo de ruptura? Por otra, y profundizando un poco más, al hablar de la conversión se ha tomado que la vida anterior es basura, que poco valor tiene, y por lo tanto es importante denostar. En estos dos puntos quisiera ahondar este post.

Metanoia es una palabra que emplea el Evangelio de Marcos en el Anuncio de la Buena Noticia "...El Reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en el Evangelio" (Mc 1, 15), ahora bien conversión (metanoia) significa literalmente ir más allá del conocimiento (nociones) que se tienen, es buscar con mayor profundidad, "darse cuenta" y volverse a lo esencial. En el fondo es la radical vuelta al origen, y no desviarse nuevamente del camino trazado. En el fondo la ruptura que exige la conversión es ese "golpe de timón" que tiene nuestra vida al darnos cuenta de nuestra precaria situación a causa del pecado original (por favor, no se trata de haber comido la fruta del Jardín del Edén, sino el querer ser como dioses), que nos ciega del verdadero destino que es el encuentro con el creador. La conversión exige ruptura, pero con las antiguas prácticas que llevábamos, no es negación, sino más bien comprensión de la historia privada como historia de la salvación.

Si Jesús mismo en toda su predicación nunca condena la vida de las personas, es más, en todos los relatos se toma la historia anterior de los personajes nombrados (María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios... Santiago y Juan, hijos de Zebedeo...), nunca se niega la historia anterior, porque también es historia de Salvación. ¿Cuál es el punto de la ruptura? El encuentro mismo con Jesucristo, al igual que en la historia universal existe un Antes y un Después de Cristo, pero el Después no es nada sin el Antes, ya que fue preparación a este encuentro.

En segundo lugar, y en continuación con la idea anterior, a muchos hermanos separados les he escuchado hablar que su vida anterior fue una completa basura, y que no tenía ningún valor lo que antes habían hecho hasta que conocieron a Jesús. Puede ser cierto que la vida cobre un nuevo sentido con Cristo, y que todo lo anterior vaya tomando un nuevo valor, y que las cosas que parecían valiosas antes ahora no lo son, yo no lo niego, pues también he vivido esa dinámica de conversión (a pesar de haber nacido dentro del alero de la Iglesia Católica y siendo yo católico). La dinámica misma de la conversión, cuando es mal llevada, toma a la vida anterior como si fuese basura. Una vez, alguien en un encuentro de oración dijo: 'Mi vida antes de conocer a Jesús fue una mierda'. A lo que una persona mayor dijo: 'pues fue un buen abono para que ahora estés aquí.' Y cuánta razón tenía el hombre, puesto que de nada sirve denostar la vida anterior, ya que es la base de nuestra propia conversión.

Jesús no niega la vida de las personas, tampoco condena a las personas (todo lo contrario, busca nuestra salvación). Lo que verdaderamente condena es el pecado en sí, no al pecador. Lo que persigue siempre es nuestra "vuelta hacia Dios", nuestra conversión. En muchas ocasiones esta conversión es una opción personal, en otras va a ser un llamado de atención, ya sea por una persona o acontecimiento en particular, pero dentro de nuestra propia historia, no nos va a exigir renunciar a la historia personal, las renuncias van mucho más allá, es dejar de lado actitudes que nos desvían de la verdadera meta a alcanzar.

El vivir recordando la antigua vida que se llevaba, como odiando lo que se hizo anteriormente, es también una muestra muy seria del pecado de soberbia. Lo que escribo a continuación es una anécdota, no rompe el sigilo o secreto de confesión:

Hubo una vez una mujer que todas las semanas iba a la parroquia a confesarse con los sacerdotes: "Padre, quiero pedirle perdón a Dios porque me hice un aborto". Y los sacerdotes le confesaban, pasó así el tiempo hasta que simplemente hubo un sacerdote para confesar; y se dio cuenta que esta mujer venía todas las semanas, hasta que un domingo cuando la vio venir, se le acercó y le dijo: "Mujer, de lo que tienes que confesarte tú no es del aborto que te practicaste, sino de la soberbia que tú tienes. ¿Acaso no crees que Dios ya te perdonó?"

También, a modo de conclusión, el recordar constantemente la vida pasada, como algo maléfico, es pecar de soberbia, ya que Dios perdona todo, lo sana todo, lo transforma todo, desde la raíz, es decir, no nos redime por partes, sino completamente. No seamos soberbios, sino que agradecidos del amor y de la misericordia que nos tiene.

Comentarios

Entradas populares

Está escrito