La fe vista desde el Catecismo (expandido con mi comentario)

Quería compartir hoy con ustedes la definición de fe que da el Catecismo de la Iglesia Católica. Catecismo y Catequesis son dos funciones principales de la Iglesia; por un lado la catequesis es la educación progresiva de la fe, y el catecismo es el compendio por el cual la fe se va educando, han habido varios catecismos, y diversas metodologías para explicarlo (pregunta-respuesta, coplas, poesías, y un sinfín de otras formas). Ahora bien, para mí el Catecismo de la Iglesia Católica, y como lo escribió Juan Pablo II en su Carta Apostólica Depositum Fidei, siempre es necesario tener contenidos de la fe para dar razón de la misma. Pero esos contenidos han de ser explicados, compartidos y anunciados, agregaría yo. Parto con la definición de fe, porque me parece que ella no es desarrollada (y no debía haberlo sido, es catecismo no teología sistemática), y esa es mi función dentro de la Iglesia, y aquí sólo doy pistas, porque esta vocación es buscar pistas para vivir la fe.
(por efecto de metodología el texto en cursiva es de El Catecismo)

La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Dios... Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Cuando San Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le declara que esta revelación no le ha venido "de la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos." (Mt 16,179) Para dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede a todos gusto en aceptar y creer la verdad. (cf DV 5)

Hemos de entender primero que todo que la fe es sobrenatural, ya que viene de Dios y es propia de su gracia, es un regalo. Antiguamente, en la Iglesia hubo una herejía que hablaba de que la fe es una respuesta humana y que era única y exclusivamente del hombre la respuesta, a esta herejía se le conoció como pelagianismo, dejando de lado la gratuidad de Dios, pues la salvación viene de él, no del mérito de nuestras obras en sí mismas, no quiero caer en un discurso protestante, pero los méritos son válidos por los propios méritos de Cristo (San Pablo lo explica muy bien en la Carta a los Romanos). La fe misma es gratuita, lo único que busca es la aceptación del hombre, una aceptación afectiva, pero también racional, porque esa aceptación es lo que conocemos por conversión (metanoia en griego), nos volvemos a alguien, porque nos llama. No nos volvemos por algo, sino que es una persona, no un contenido, incluso el mismo inicio de la aceptación es movido por la gracia de Dios, pero el acto es esencialmente humano.

Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores de Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por El reveladas. Ya en las relaciones humanas no es contrario a nuestra propia dignidad creer lo que otras personas nos dicen sobre ellas mismas y sobre sus intenciones, y prestar confianza a sus promesas /como, p.e. cuando un hombre y una mujer se casan), para entrar así en comunión mutua. Por ello, es todavía menos contrario a nuestra dignidad "presentar por la fe la sumisión plena de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad al Dios que se revela y entrar así en comunión íntima con él.


Santo Tomás decía que "La gracia supone la naturaleza", no la anula como pensaban antiguamente los hermanos protestantes, la naturaleza humana no es algo "malo" en esencia, es creación de Dios, lo que hace la gracia divina es perfeccionar la propia naturaleza del hombre. La libertad, la inteligencia, el afecto, se ven desde otra dimensión, la dimensión de lo religioso y de lo divino. En la fe cristiana, esta profundización de la fe lleva no tan sólo un nivel personal, sino que va hasta las esferas sociales, ecológicas, y cósmicas. Cuando un hombre (o mujer) empieza a creer, o como dijo muy plásticamente Aeronauta, "caerse del caballo", esta fe no queda privatizada, es compartida y anunciada, ello ya implica que yo me adhiero, pero no a los contenidos anunciados, sino que es al que anuncia los contenidos del misterio de Dios, Jesucristo. Y es él quien nos invita a participar en el misterio de la comunión de Amor en la Trinidad.

En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina: "Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia." (S. Tomás de Aquino)


Santo Tomás en esta definición encierra, a mi modo de ver, la dinámica de la fe en el ser humano: la fe es un acto humano, movido por el Espíritu Divino mediante la gracia que actúa en nosotros, imperio (porque está simpre presente) y que busca el misterio de la verdad, iluminando a la razón del hombre para seguir, en la búsqueda esperanzada, el encuentro amoroso de Dios.

Comentarios

  1. Hola Cristián

    ¿Crees que existe el alma para ti?. Me has dejado una pregunta compleja. Hace tiempo escribí algo sobre la Inmortalidad del Alma, a propósito de un artículo que salió en el Mercurio.
    Trataré de encontrarlo y actualizarlo.
    Gracias por visitar mi blog.
    Manejas interesantes temas...me tendrás seguido por aquí.

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  2. Anónimo5:45 p.m.

    Según esto, ¿la falta de fe vendría de no aceptar ese don? Nunca he tenido el asunto muy claro.

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  3. En la simple pregunta hay una compleja respuesta, y eso no me gusta. Voy a ser sincero, no lo sé, y voy a explicar el porqué.

    Tengo amigos que son agnósticos, y uno en especial, que me dice "... quiero creer, pero no me es posible." Y yo lo veo, hombre inteligente, letrado, que busca la verdad aunque lo encuentra absurdo. Y sé que es sincero al decirme que busca la fe. ¿Por qué Dios no se la da como a mí? Y es simplemente que es un don, y como don se tiene que descubrir como tal, quizá no sea por la inteligencia, sino que por la humildad de reconocerlo. Es como la siguiente analogía, un pez bajo el agua le decía a su amigo: "¿Tú crees que existe el mar? Pues yo nunca lo he visto, ¿lo has visto tú alguna vez?" y el pez amigo le contestó: "yo nunca lo he visto, pero creo que vivimos en él." A lo que el otro pez le replicó: "hasta que no lo vea no creeré en el mar."

    En la fe creo que pasa lo mismo, es un descubrimiento, la fe también es "a-letheia", "a-pokalipsei". Un Des-velar, re-velar. Oremos entonces por los que viven con ese velo en sus ojos.

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